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Cubierta del libro

[p. 1]

TORQUEMADA Y SAN PEDRO



MADRID.—Imp. Hijos de Tello, C.ª de San Francisco, 4.


[p. 3]

NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
POR
B. PÉREZ GALDÓS


TORQUEMADA
Y
SAN PEDRO


10.000

Logotipo del editor

MADRID

LIBRERÍA DE LOS SUCESORES DE HERNANDO

Calle del Arenal, núm. 11.


1921


[p. 5]

TORQUEMADA Y SAN PEDRO


PRIMERA PARTE

I

Las primeras claridades de un amanecer lento y pitañoso, comode Enero, colándose por claraboyas y tragaluces en el interior delque fué palacio de Gravelinas, iban despertando todas las cosas delsueño de la obscuridad, sacándolas, como quien dice, de la nada negraá la vida pictórica... En la armería, la luz matinal puso el primertoque de color en el plumaje de yelmos y morriones; modeló después contrazo firme los petos y espaldares, los brazales y coseletes, hastaencajar por entero las gallardísimas figuras, en quien no es difícilver catadura de seres vivos, porque la costra de bruñido hierro,cuerpo es de persona monstruosa y terrorífica, y dentro de aquelvacío, ¡quién sabe si se esconde un alma!... Todo podría ser. Los de ácaballo, embrazando la adarga, en actitud de torneo más que de guerra,tomaríanse por inmensos juguetes, que fueron solaz de la Historia[p. 6] cuando era niña... En algunode los guerreros de á pie, cuando ya la luz del día determinaba porentero sus formas, podía observarse que los maniquís vestidos delpesado traje de acero, se aburrían soberanamente, hartos ya de lainmovilidad que desencajaba sus músculos de cartón, y del plumero queles limpiaba la cara un sábado y otro, en miles de semanas. Las manospodridas, con algún dedo de menos, y los demás tiesos, no habríanpodido sostener la lanza ó el mandoble, si no se los ataran con untosco bramante. En lo alto de aquel lindo museo, las banderas blancascon la cruz de San Andrés colgaban mustias, polvorosas, deshilachadas,recordando los tiempos felices en que ondeaban al aire, en las bizarrasgaleras del Tirreno y del Adriático.

Del riquísimo archivo se posesionó la claridad matutina en unabrir de ojos, ó de ventanas. En la cavidad espaciosa, de elevadotecho, fría como un panteón, y solitaria como templo de la sabiduría,rara vez entraba persona viviente, fuera del criado encargado de lalimpieza, y de algún erudito escudriñador de rarezas bibliográficas.La estantería de alambrada

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