Nota de transcripción
p. i
BIBLIOTECA CLÁSICA
TOMO XXXIV
COMEDIAS
DE
ARISTÓFANES
TRADUCIDAS DIRECTAMENTE DEL GRIEGO
POR
D. FEDERICO BARÁIBAR Y ZUMÁRRAGA
TOMO II.
MADRID
LUIS NAVARRO, EDITOR
COLEGIATA, NÚM. 6
—
1881
p. 1
p. 3
A deplorable estado llegó la administración de justiciaen Atenas durante los primeros años de la guerra del Peloponeso.Contribuían a ello grandemente de un lado la defectuosa organizaciónde los tribunales, y de otro la manía de juzgar, litigar y perorar enpúblico, desarrollada en los atenienses con una furia de que no hayotro ejemplo. Entre los principales vicios de aquel sistema, aparecedesde luego como de más bulto el de la multiplicidad de los tribunales.Basta, en efecto, recordar los nombres del Areópago, el Heliástico, elEpipaladio, el Epidelfinio, el Enfreacio, el Epipritáneo, el Epitalacioy las Curias del Arconte epónimo, del Arconte-rey, del Polemarca, delos Tesmotetas, de los Once, de los Catademos, de los Diatetas y de losNautódicos, con sus mal definidas y a veces encontradas atribuciones,para comprender a cuántos abusos y entorpecimientos daríap. 4 lugar complicación semejante.Y, sin embargo, leemos con asombro en Jenofonte que con ser tantos lostribunales y dotados de personal numeroso, no eran todavía bastantespara dar solución a las infinitas cuestiones que a su decisión sesometían. «Muchos particulares, dice, vense obligados a esperar todo unaño antes de poder presentar su demanda al Senado o al pueblo, porquela multitud de negocios es tal, que impide dar audiencia a todo elmundo.[1]»Pero el origen y verdadera fuente de las infamias y abusos que losjurados atenienses cometieron debe buscarse, sin duda alguna, en la leyde Solón que, equiparando la administra