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LA FAMILIA DE LEÓN ROCH


Es propiedad. Queda hecho el depósito que marca la ley. Serán furtivos los ejemplares que no lleven el sello del autor.


Est. tip. de los Hijos de Tello. Carrera de San Francisco, 4.


NOVELAS ESPAÑOLAS CONTEMPORÁNEAS
POR
B. PÉREZ GALDÓS
(Primera época.)


LA FAMILIA
DE
LEÓN ROCH

TOMO II


30.000

Logotipo del editor

MADRID
LIBRERÍA DE LOS SUCESORES DE HERNANDO
Calle del Arenal, núm. 11.

1920


[Pg 5]

LA FAMILIA DE LEÓN ROCH


SEGUNDA PARTE
(CONTINUACIÓN)


X
Razón frente á pasión.

Al día siguiente recibió León un anónimo,después la visita de dos amigos que le comunicaronalgo muy interesante, pero tambiénmuy penoso para él, y á consecuencia de estopasó en gran desasosiego el día y en vela la noche.Levantóse temprano y anunció á Facundaque se marchaba; una hora después, dijo:«No: me quedo, debo quedarme.» Por la tardesalió á pasear á caballo, y al regreso envió unrecado á Pepa, diciéndole que deseaba hablarcon ella. Desde el día en que se supo la noticiade la muerte de Cimarra, León no habíavisto á la hija del Marqués de Fúcar sino dos[Pg 6]ó tres veces. Un sentimiento de delicadeza lehabía impedido menudear sus visitas á Suertebella.

Recibióle Pepa poco después de anocheceren la misma habitación donde Monina habíaestado enferma y moribunda. La graciosa niña,medio desnuda sobre la cama, se rebelabacontra la regla que manda dormir á los chicosá prima noche, y sin hacerse de rogar comootras veces, contaba todos los medios cuentosque sabía, y decía todas sus chuscadas y agudezas;empezaba una charla que concluía enrisa, y castigaba á su muñeca después de darlade mamar; saludaba como las señoras, y consus dedillos hacía un aro para imitar el lentemonóculo del Barón de Soligny. Después demucha batahola, vacilando entre la risa y unaseveridad fingida, Pepa logró hacerla arrodillar,cruzar las manos y decir de muy malagana un hechicero Padrenuestro, mitad comido,mitad bostezado. Siguió á esta oración elCon Dios me acuesto, con Dios me levanto, ycomo si esta ingenua plegaria tuviese en cadapalabra virtud soporífera, Monina guiñó losojos, cerró sus párpados con dulce tranquilidad,y murmurando las últimas sílabas, quedósedormida en los brazos del Señor. Despuésque ambos la contemplaron en silencio[Pg 7]durante largo rato, León la besó en la frente.

«Adiós, nena,—dijo con cierta emoción.

—¿Y por qué adiós?—preguntó Pepa muyinquieta.—

...

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