Nota del Transcriptor:
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PÍO BAROJA
MEMORIAS DE UN HOMBRE DE ACCIÓN
El aprendiz de conspirador.
El escuadrón del Brigante.
Los caminos del mundo.
Con la pluma y con el sable.
Los recursos de la astucia.
La ruta del aventurero.
Los contrastes de la vida.
La veleta de Gastizar.
Los caudillos de 1830.
La Isabelina.
El sabor de la venganza.
ES PROPIEDAD
DERECHOS RESERVADOS
PARA TODOS LOS PAÍSES
COPYRIGHT BY
RAFAEL CARO RAGGIO
1921
Establecimiento tipográfico
de Rafael Caro Raggio
PÍO BAROJA
NOVELA
RAFAEL CARO RAGGIO
EDITOR
MENDIZÁBAL, 34
MADRID
Estas dos historias, El Convento de Monsant y ElViaje sin objeto, parece que fueron escritas,hace años, por un inglés, J. H. Thompson, que viviómucho tiempo en Málaga, donde se dedicaba al comerciode la uva.
Algunos dicen que el tal ciudadano no se contentabacon el comercio del susodicho género al exterior, sinoque lo consumía también en zumo y al interior; peroesta debe ser una de tantas calumnias que se ceban enlos hombres de aspecto y costumbres distintos de la generalidad.
Como verá el curioso o indiferente lector, en las dosnarraciones thompsonianas aparece nuestro héroe Aviranetade una manera un tanto episódica.
Quizá los aviranetistas científicos o aviranetistas dela cátedra nos pregunten: ¿Qué garantías tiene eseJ. H. Thompson como historiador veraz? ¿Qué grado decerteza pueden conceder a sus afirmaciones las personasserias y sensatas? Lo ignoramos.
Por ahora, a pesar de haber revisado todos cuantosdiccionarios enciclopédicos han caído en nuestras manos,no lo hemos visto citado entre los Bossuet, los Solís,los Macaulay, los Cantú, los Thiers y otros grandeshistoriadores, magníficos por su elocuencia, su pedanteríay su moral, que han contribuído a aburrir al mundo;tampoco se sabe que el dicho Thompson perteneciera aninguna academia de buenas ni de malas letras, histórica,arqueológica, lingüística o filatélica, lo cual, unido aque no tuvo, al parecer, ninguna cruz, ni encomienda,ha hecho pensar a muchos que debió ser hombre depoca formalidad y de poca importancia.
Los datos que hemos podido recoger de este inglésextravagante y jovial, proporcionados por uno de susamigos, son los siguientes:
Juan Hipólito Thompson era hijo de un disecador deanimales de Holborn Street, en Londres, y sobrino deun farmacéutico de Soho, de la misma ciudad.
J. H. pasó la infancia en el taller de su padre, entretigres, serpientes, caimanes, cocodrilos y otros animalesdisecados, llenos de escamas, garras, uñas, picos, y defuror en vida; y de paja, papel de periódicos, virutas, yserenidad después de la muerte.
J. H. jugó con los ojos de cristal que habían de resplandeceren las cuencas vacías de